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España |
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Tras la
aparición del abanico plegable en España
en el siglo XVI, pronto comienzan a aparecer los primeros
fabricantes cuyos nombres desafortunadamente se desconocen.
En el siglo XVII, tanto en Madrid como en Sevilla, encontramos
nombres de artesanos de abanicos. En Madrid figuran
Juan Sánchez Cabezas, Francisco Álvarez
de Borja y Jerónimo García, destacando
como pintor de abanicos Juan Cano de Arévalo,
a caballo entre los siglos XVII y XVIII. De Sevilla
son Carlos de Arocha, José Páez y Alonso
de Ochoa.
En 1693, concretamente del 8 de junio, diversos maestros
de Madrid solicitan sin éxito formar un gremio.
A pesar de la existencia de maestros abaniqueros, la
importación de abanicos procedentes de Italia
y Francia era importante, lo que obliga a Carlos II
en 1679 a limitar la entrada de abanicos procedentes
de estos países.
En el siglo XVIII hay constancia de varios artífices
de abanicos en Madrid, pero sobresale el francés
Eugenio Prost, que llega a España bajo la protección
del Conde de Floridablanca. Pero en este período,
Valencia se va a consolidar como centro productor, donde
existía un gremio de artesanos abaniqueros.
Bajo el reinado de Felipe V, aumentan de nuevo las importaciones
de abanicos procedentes de Francia, Italia, Holanda
e Inglaterra, quizás debido a la gran demanda
de este utensilio.
En 1802 existe ya en Valencia una Real Fábrica
de Abanicos, destacando esta comunidad a nivel europeo
en la industria abaniquera. Probablemente debido a esta
coyuntura, dos franceses van a establecerse en Valencia
con objeto de hacerse con el mercado español,
importando piezas que después se montan en España.
Se trata de Simonet, que llega a Valencia en 1825, y
Fernando Coustelier. A raíz de la llegada del
primero, varios industriales valencianos de abanicos
(Puchol, Mateu...) tienen que acudir a Fernando VII
para que prohiba la importación de abanicos franceses.
Pero el gran artífice del siglo XIX va a ser
José Colomina, industrial alicantino que revolucionará
la producción de abanicos.
En el siglo XX, la producción de abanicos valencianos
experimenta un gran auge hasta el paréntesis
de la guerra civil, iniciándose después
de la contienda un proceso de recuperación con
centros en Valencia, Godella y Aldaya que, en 1983,
sumaban ya cuarenta fábricas
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En el siglo
XVII, tanto en Madrid como en Sevilla, encontramos nombres
de artesanos de abanicos |
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En el siglo
XVIII Valencia se consolida como centro productor, donde
existía un gremio de artesanos abaniqueros. |
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El gran
artífice del siglo XIX es José Colomina,
industrial alicantino. |
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Los abanicos fabricados en España siempre se han caracterizado por su belleza y calidad artesanas. Sus fabricantes son conscientes de que el arte del abanico es un proceso, lento, depurado, exquisito, creador de bellísimas piezas que atesoran una tradición centenaria. |
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